Por Louise Noelle. Foto: Premabhai Hall, obra de Balkrishna Doshi, Cortesía VSF.
La nueva América tendrá que fusionar
las dos raíces de su ser cultural en un
solo impulso creador, completo y
armonioso.
Alberto T. Arai[1]
Esta evocadora frase de Alberto T. Arai, nos sirve para señalar la importancia que ha tenido la búsqueda de una arquitectura propia en Latinoamérica y en México en particular. Se trata de una preocupación que aún hoy en día sigue vigente, tanto por parte de los profesionistas como de los estudiosos sobre el tema;[2] por ello resulta interesante recoger algunos de los textos fundamentales que se dieron al inicio del movimiento conocido como Regionalismo, que surgió hace más de veinte años, a la vez que revisar los antecedentes de esta tendencia y el contexto actual.
El Regionalismo es una corriente busca resolver el debate y el antagonismo que se ha venido dando en las últimas décadas entre la arquitectura impersonal y estandarizada, que se conoce como internacional y aquella que encuentra en lo regional las respuestas a los problemas específicos de cultura, entorno y economía entre otros. Asimismo, de manera sensible y creativa, ofrece opciones específicas para la arquitectura de cada sitio, sin olvidar aquellos postulados aún vigentes del movimiento contemporáneo surgido a principios del siglo XX. Sus propuestas privilegian tanto a los materiales locales y la adecuación al clima, como a las costumbres y posibilidades económicas de los usuarios; no obstante es preciso tener en cuenta que esta orientación no desea propiciar ni resultados historicistas, cuya nostalgia favorece las soluciones netamente decorativas, ni posturas populistas de carácter ecléctico o simplemente folklórico.
Así, frente a algunas de las dudosas respuestas del post-modernismo superficial o al elevado costo de las soluciones basadas en la alta tecnología, un número considerable de arquitectos se ha acercado al regionalismo en busca de una respuesta coherente, frente a las demandas perentorias de nuevas soluciones arquitectónicas. Cabe agregar que no se trata ni de un estilo ni de una moda, lo que pudiera llevar a algunos profesionistas a plantear imitaciones más o menos superficiales. En realidad esta tendencia ha sido delimitada por algunos arquitectos han sabido comprender, sincera y profundamente sus presupuestos, y plantear con ello un lenguaje personal; es el caso de aquellos que reconocemos como pioneros, Luis Barragán en México, Hassan Fathy en Egipto y Alvar Aalto en Noruega, o de los que recientemente han adquirido relevancia internacional, como Glenn Murcutt en Australia, con su designación al Premio Pritzker en el 2001. Esto sin olvidar a excepcionales arquitectos que desarrollaron su quehacer a partir de la segunda mitad del siglo XX como Álvaro Siza en Portugal, Richard England en Malta, Rifat Chadirji en Iraq, Charles Correa y Balkrishna Doshi en India, Geoffrey Bawa en Sri Lanka, Eladio Dieste en Uruguay, Fruto Vivas en Venezuela, Rogelio Salmona en Colombia, Bruno Stagno en Costa Rica, o Ricardo Legorreta, Carlos Mijares, Diego Villaseñor y Augusto Quijano por solo mencionar algunos mexicanos.[3]
Por lo que se refiere a ensayos sobre el tema en nuestro país, además del muticitado Luis Barragán con su Discurso para recibir el premio Pritzker,[4] que de cierta manera tiene un precedente en el “manifiesto de arquitectura emocional”[5] de Mathias Goeritz, es posible señalar algunos otros antecedentes. Por una parte es indispensable recordar a Enrique del Moral, quien desde sus inicios mantuvo una preocupación sobre la disyuntiva de “Lo general y lo local”.[6] Efectivamente, como Jefe de Zona del CAPFCE en su estado natal de Guanajuato, entre 1944 y 1946 construye quince escuelas, de entre las que cabe destacar la que realiza en el poblado de Casacuarán; este proyecto conjunta una serie de características que se derivan de sus preocupaciones en el campo de la teoría de la arquitectura, con una original propuesta dentro de la utilización de técnicas y materiales regionales, que favorece tanto una integración al sitio como a la cultura local. Probablemente, y a pesar de estar actualmente destruidas, las casas para la familia De Yturbe, en Acapulco, Gro., 1944, y en San Angel, D.F., 1946, además de la suya en Tacubaya, D.F., 1948- 1949, sean las más representativas de esta manera de proyectar. Se trata de tres casas donde prevalece una búsqueda dentro del terreno de la tradición y la recuperación de las lecciones de la arquitectura vernácula, para crear todo un nuevo lenguaje arquitectónico. No está por demás decir que estas son anteriores a la celebrada casa de Luis Barragán, que muchos consideran como la pionera del regionalismo, olvidando estos importantes antecedentes.
Se puede decir que a lo largo de su vida, Del Moral buscará el resolver la dicotomía que surge entre las vanguardias provenientes del extranjero y la búsqueda de una identidad; así expresa por escrito esta condición tanto en artículos como “Lo general y lo local” o “Modernidad contra tradición, integración»,[7] como de manera más específica y práctica en «Arquitectura en Acapulco».[8] Es interesante anotar que estos escritos buscan explicar su postura en el campo del diseño y reflejan a la vez sus inquietudes en el terreno de la filosofía y la estética.[9]
En suma se trata de un periodo donde el enfrentamiento de las propuestas nacionalistas y los deseos de internacionalismo estarán presentes en la obra de numerosos arquitectos. Así en otra vertiente, aparece la figura de Alberto T. Arai, quien al principio de su carrera se preocupó primordialmente por la problemática social, como lo demuestra su activa participación dentro de la Unión de Arquitectos Socialistas. Sin embargo, a raíz de su presencia como arquitecto dentro de la primera expedición que organizó el INBA a Bonampak, en 1949, tuvo un acercamiento a la revaloración de lo propio aportando todo un “ensayo de interpretación del arte maya”.[10] De ello se puede inferir que su obra más conocida, los frontones de Ciudad Universitaria, 1952, ofrecen una feliz amalgama de sus ideas en torno a una arquitectura mexicana imbuida del pasado prehispánico y que la publicación contemporánea, “Caminos para una arquitectura mexicana”,[11]representa el sustento teórico para este cambio formal en su arquitectura. Probablemente el hecho más sobresaliente de su postura sea el de proponer, por escrito, mucho antes de que se conociera como tal, la corriente arquitectónica de fines del siglo XX denominada Regionalismo en dos artículos publicados en 1955: “Regionalismo y arquitectura” y “Regionalismo arquitectónico”.[12]
En cuanto a los textos que se han reunido en el libro que el lector tiene en sus manos, se planteó recoger los diversos escritos sobre la corriente derivada de estas premisas a nivel internacional. Se puede decir que el término de Regionalismo Crítico fue introducido por primera vez por Alexander Tzonis y Liane Lefraivre, en su artículo “The grid and the Pathway”.[13] Esta expresión que fue recogida con gran éxito por Kenneth Frampton en su escrito “Towards a Critical Regionalism”;[14] para este caso hemos tomado la versión “Hacia un regionalismo crítico: seis puntos para una arquitectura de resistencia”, publicada en La posmodernidad, Editor Hal Foster, Editorial Kairos, 1985. Sobre este tema, resulta interesante retomar aquí parte de una conversación sostenida recientemente con este historiador, en la que manifestaba que en el año en curso había sido invitado a diversas universidades a hablar sobre este tema, cuando al parecer algunos estudiosos de las corrientes de vanguardia pensaban que el Regionalismo ya estaba superado.
Otro de los ámbitos en que se hizo hincapié sobre esta tendencia, fue la revista Mimar, que lleva por subtítulo “Architecture in Development”; esta publicación toma su nombre de un vocablo arábigo que significa “maestro constructor” y plantea publicar “una re-combinación del conocimiento constructivo moderno con una expresión cultural enraizada en su propia sociedad”;[15] entre los diversos artículos publicados, destacan los del No. 19, “Regionalism and Architectural Identity” de marzo 1986, a cargo de quien era el editor asociado, Brian Brace Taylor, con “Perspectives and limits on regionalism and architectural identity”, y el que aquí reproducimos de William J.R. Curtis, “Towards an authentic regionalism”.
Dentro de este orden de ideas, es importante señalar el libro Critical Regionalism, The Pomona Meeting Procedings,[16] resultante de un simposio convocado por Spyros Amourgis en la California State Politecnic University; en este se reúnen una serie de ponencias que revisaron el tema a cargo de especialistas sobre el tema como Alexander Tzonis y Liane Lefraivre, Toshio Nakamura, Luis Fernández Galiano y Kenneth Frampton, y las presentación de la obra propia a cargo de dieciocho arquitectos, entre los que mencionaremos a Douglas Cardinal, Carlos Jiménez, Panos Koulermos, Lucien Kroll, Ricardo Legorreta, Mark Mack, Glenn Murcutt y Antonio Vélez-Catrain, sin olvidar propuestas fundamentales como las de Rogelio Salmona y Roberto Burle Marx.
En cuanto a América Latina donde se encuentran importantes expresiones de esta tendencia, es necesario anotar un acercamiento general a este tema por parte de Enrique Browne, en su libro Otra arquitectura en América Latina.[17] Sin embargo para entender el sustento teórico del Regionalismo en este continente resulta esencial estudiar algunos de los escritos publicados por Marina Waisman, como “Centro/Periferia/Región” en El interior de la historia, Escala, Bogotá, 1993, e “Identidad” en La Arquitectura Descentrada, Escala, Bogotá, 1995; se trata de una de las voces más autorizadas de la arquitectura latinoamericana y a quien muchos consideramos como una gran maestra y guía. Asimismo recogemos aquí el texto fundamental de Christian Fernández Cox, “Modernidad apropiada” en Modernidad y postmodernidad en América Latina, Escala, Bogotá, 1991; se trata de un lúcido análisis en el que plantea que la modernidad debe de ser apropiada en sus dos acepciones, a la vez adecuada y propia, por lo que pasa a ser una actitud vital y no una moda. Finalmente, Roberto Segre en su breve artículo “Los caminos de la arquitectura latinoamericana”, en La Jornada, Suplemento Dominical “La Semana”, 13 de febrero, 1994, plantea una postura comprometida sobre este tema. Asimismo, el connotado historiador Ramón Gutiérrez nos propone su visión en “En torno a la dependencia y la identidad en la arquitectura Iberoamericana”, en Nueva arquitectura en América Latina: presente y futuro, Editor Antonio Toca, Gustavo Gili, México, 1990.
En cuanto a México, recogemos aquí la voz de tres historiadores y críticos comprometidos con el asunto de la identidad, Antonio Toca, Ernesto Alva Martínez y Carlos González Lobo. El primero expone sus convicciones en “Arquitectura: identidad y modernidad”, artículo recogido en la antología Arquitectura y ciudad, IPN, México, 1998; asimismo tiene una labor destacada como editor sobre la problemática con la publicación del libro Nueva arquitectura en América Latina: presente y futuro, Gustavo Gili, México, 1990, donde encontramos numerosas declaraciones de fe en una arquitectura propia a lo largo de nuestra América, entre las que hemos escogido los ensayos de Ernesto Alva Martínez, “Hacia una arquitectura latinoamericana”, y de Carlos González Lobo, “Por una arquitectura apropiada y apropiable”.
Por ello, a pesar de ofrecer aquí tan sólo una revisión sucinta sobre el importante tema del Regionalismo y su relación con la identidad, es posible apreciar como esta tendencia ha aglutinado a arquitectos y estudiosos en todo el mundo. Además, descubrimos en iberoamérica un campo particularmente fértil en torno a la cuestión, tanto en lo que se refiere a la creatividad de los arquitectos como a las reflexiones de los historiadores y críticos de la arquitectura. Cabe agregar que el acercamiento que todos estos profesionistas proponen, no solo atiende a las soluciones ligadas con la cultura y sus expresiones formales, sino que vamos encontrando como la problemática social y las condicionantes geográficas toman un papel preponderante en las soluciones y las construcciones. Creemos por lo tanto que el haber retomado, en esta publicación, algunos de los textos fundamentales de esta tendencia ayudarán a propios y extraños a mejor comprender y valorar el alcance del Regionalismo.
[1] Alberto T. Arai, “Caminos para una arquitectura mexicana”, Espacios, N° 11-12, México, octubre 1952. S.p.
[2] Entre otros eventos recientes recordemos, la Bienal de arquitectura de Quito del 18 al 22 de noviembre del 2002, que en su edición número trece refrendó su vocación Iberoamericana, el Seminario “Identidad y globalización en la arquitectura y el urbanismo contemporáneos”, organizado por la Facultad de Arquitectura, UADY, del 21 al 23 de febrero del 2002, o el X Seminario de Arquitectura Latinoamericana que se desarrolló del 17 al 20 de septiembre en Montevideo, con el tema de “La ciudad latinoamericana”.
[3] Sobre los arquitectos del extranjero existen diversas publicaciones de las que aquí se incluyen algunos ejemplos: James Steele, An Architecture for the People. The Complete Works of Hassan Fathy, Thames and Hudson, Londres, 1997; Alvar Aalto. Between Humanism and Materialism, MOMA, Nueva York,1998; Edwin Heathcore, Richard England, Willey-Academy, Chichester, 2002; Rifat Chadirji, Concepts and Influences: Towards a Regionalized International Architecture, KPI, Londres, 1986; William J. R. Curtis, Balkrishna Doshi. An Architecture for India, Rizzoli, Nueva York, 1988; Charles Correa, con un ensayo de Kenneth Frampton, The Perennial Press, Bombay, 1996; Brian Brace Taylor, Geoffrey Bawa, Mimar Book, Singapur, 1985; Eladio Dieste,. La estructura cerámica, SomoSur-Escala, Bogotá, 1987; Ricardo L. Castro, Rogelio Salmona, Villegas Editores, Bogotá, 1998; Bruno Stagno, an Architect in the tropics, Asia Design, Malasia, 1999.
[4] Reproducido en Ensayos y Apuntes para un bosquejo crítico, Luis Barragán, Museo Tamayo, 1985.
[5] Publicado originalmente en Cuadernos de Arquitectura, Nº 1, Guadalajara, marzo 1954, y posteriormente en Olivia Zúñiga, Mathias Goeritz, Editorial Intercontinental, México, 1963.
[6] Enrique del Moral “Lo general y lo local”, Espacios, N° 2, México, octubre 1948.
[7] Enrique del Moral, “Modernidad contra tradición, integración»,[7] Arquitectura/México, No. 45, México, marzo 1954.
[8] Enrique del Moral, «Arquitectura en Acapulco», Arquitectura/México, No. 49, México, junio 1954,
[9] Del Moral realiza estudios de Historia de la Filosofía, Facultad de Filosofía y Letras entre 1944 y 1946, con José Gaos.
[10] Alberto T.Arai, La arquitectura de Bonampak. Viaje a las ruinas de Bonampak, INBA, México, 1960.
[11] Publicado originalmente en la revista Espacios, N° 9 y 11-12, México, febrero y octubre 1952. Estos textos han sido retomados en Caminos para una arquitectura mexicana, INBA, México, 2001, con una introducción de Louise Noelle.
[12] Alberto T.Arai, “Regionalismo y arquitectura”, Arte vivo mexicano, México, Julio 1955; y “Regionalismo arquitectónico”, Materiales y procedimientos de construcción, libro de Fernando barbará Zetina México, 1955. En la presente publicación se recoge este último.
[13] Alexander Tzonis y Liane Lefraivre, en su artículo “The grid and the Pathway”, Architecture in Greece, Nº 5, 1981.
[14] Kenneth Frampton ,“Towards a Critical Regionalism”, publicado entre otros en The anti-aesthetic, Bay Press, 1983.
[15] Hasan-Udin Khan, “Editor´s Note”, Mimar N° 1, Singapur, Julio 1981, pág. 7. Traducción L.N.
[16] Critical Regionalism, The Pomona Meeting Procedings, editor Spyros Amourgis, California State Politecnic University, Pomona, 1991
[17] Enrique Browne, Otra arquitectura en América Latina, Gustavo Gili , México, 1988.
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